lunes, 20 de abril de 2015

Poniendo rostro humano a la epidemia de ébola

El abordaje de la epidemia de Ébola en África, tiene características bastante particulares, por varias razones:
  1. Afecta a población de África Occidental donde hay mucha pobreza, falta de educación y no hay acceso a servicios básicos de salud.
  2. La ayuda sanitaria generalmente está a cargo de voluntarios procedentes de otras partes del mundo, ajenos al contexto social en que vive esta población.
  3. Los Elementos de Protección Personal (EPP) que son de uso obligatorio, son sumamente impermeables al contacto con el exterior, dada la alta contagiosidad de la enfermedad, impidiendo ver el rostro del trabajador de salud.
El impacto de los EPP

Si apreciamos el uniforme utilizado por el personal que atiende a la población en esta zona afectada por el temible virus, vemos que aparecen vestidos casi como astronautas, en atención al rígido sistema de seguridad recomendado por la Organización Mundial de la Salud que busca impedir alguna brecha hacia el exterior, porque inclusive el contagio puede ocurrir cuando se quitan la ropa protectora o si existe algún roce de la piel con el guante sucio.



Lógicamente una medida de seguridad de estas características afecta la relación personal entre el trabajador de salud y el paciente, dado que se evita por razones fácilmente atendibles un contacto directo con los enfermos, inclusive con los casos probables de la enfermedad.

Este hecho visto desde el lado de la población, tiene un efecto psicológico negativo, porque los hace sentir como aquellos “apestados” de la edad media, marginados por su alta contagiosidad, desvalorizados en esta relación bilateral, afectando no sólo su autoestima sino su propia concepción de seres humanos.

Poniendo rostro humano a esta relación

Para la artista estadounidense Mary Beth Hefferman, ante la crisis de la epidemia de ébola en África y viendo a los trabajadores de salud con sus aparatosos trajes protectores, era obvio preguntarse: “¿Por qué no se ponen una foto por fuera?”.

Hefferman veía la fotografía del rostro por fuera del “temible traje” como una manera obvia de humanizar la traumática situación que padecían los enfermos.

“Tuve un deseo increíble de actuar. Dejé el resto de mis proyectos, los puse a un lado y me metí por completo en esto”, le contó Hefferman a BBC Mundo.

Así viajó a Liberia para “ponerle rostro” a los trabajadores de los centros de tratamiento de ébola.

Ref: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/04/150409_ebola_proyecto_fotografia_traje_protector_az?ocid=socialflow_twitter

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domingo, 5 de abril de 2015

Tuberculosis en personal de salud

Utilizando un título tal vez acorde con la semana santa que termina, la revista Somos en su edición Nº  1478 del sábado 4 de abril de 2015 publica el artículo “El calvario de los doctores contagiados de TBC” con el testimonio de profesionales de la salud sobre esta “vía crucis”.
¿Saludo a la bandera?
No obstante establecerse fechas recordatorias en el calendario sanitario, la tuberculosis, aquella enfermedad estigmatizada socialmente desde siempre, continúa su avance, esta vez con el agravante de tener formas donde el bacilo de Koch se ha tornado resistente a los fármacos antituberculosos de primera línea, de manera que el personal de salud ahora tiene riesgo de infectarse de tuberculosis multidrogoresistentes (MDR) o extradrogoresistentes (XDR), que significa el uso de medicamentos de segunda línea, porque también en su lucha por supervivencia los microbios desarrollan mecanismos de resistencia a fármacos.
La estadística es preocupante
En la revista se muestran los siguientes datos:
  • 126 profesionales de la salud (en el Perú) se contagiaron de TBC en el 2013.
  • 30,900 casos se detectaron a nivel nacional, de los cuales 1,200 correspondieron a tuberculosis multidrogoresistentes y 90 a extradrogoresistentes.
  • 5 millones de personas en el mundo pierden la vida por causa de tuberculosis, según la Organización Mundial de la Salud.
La bioseguridad es un punto crítico
El punto central del artículo señala que “la falta de elementos de bioseguridad en varios hospitales de Lima es una amenaza no solo para los pacientes sino para el personal de salud”; así se muestra el testimonio de médicos, enfermeras y trabajadores de limpieza afectados por esta enfermedad y del hacinamiento y de las precarias condiciones de control de infecciones y bioseguridad con las que labora el personal.
Ya nosotros, el año pasado colocamos un artículo en el blog a propósito del contagio de un joven interno de medicina de nuestro Servicio (ver enlace).
Las condiciones no han cambiado (o se están agravando)
Los epidemiólogos en sus clases de pregrado al hacer el análisis de causalidad abordan el problema utilizando varios enfoques, tales como el de las “manifestaciones colectivas”, o el “histórico social”.
Lo concreto actualmente es que las medidas de control epidemiológico se han debilitado a la par que el debilitamiento de la acción sanitaria gubernamental en materia de salud pública.
En la misma revista (Somos) la ONG Socios en Salud hace énfasis en la falta de prevención ante esta enfermedad, señalado por ejemplo que deben implementarse medidas que incluyen al ámbito administrativo, la búsqueda activa y la evaluación de sintomáticos respiratorios, que es la persona con tos de más de 2 semanas; también medidas de control ambiental; las medidas de protección respiratoria independientemente del área en el que trabaje en un establecimiento de salud.
La política gubernamental también sacrifica la enfermedad por medidas efectistas.
El ébola, aquella epidemia venida de “allende los mares”, puso en relieve la manera como el propio gobierno ve el problema de la tuberculosis, pues ante el riesgo que suponía esta nueva enfermedad no tuvo mejor idea que sacrificar un CENEX, (centros construidos ah hoc para el tratamiento personalizado de pacientes contagiados por tuberculosis) para hacer aislamiento epidemiológico de las personas que podrían ingresar con este terrible mal que permaneció y permanece oculto en tanto solo afectaba “a los negros de África” y que sirvió para llenar titulares en todo el mundo sólo cuando contagió a un ciudadano de España y otros de Estados Unidos, pero que ha vuelto a convertirse en una epidemia oculta en tanto circula en el “continente negro”. (ver enlace)
Nosotros tampoco nos protegemos preventivamente
Como hecho anecdótico mencionaremos aquel sucedido hace pocos días en el hospital, donde fue internado un paciente de medicina en una cama prestada de otro Servicio. Venía de provincia donde para manejar el problema urinario le habían hecho una “talla vesical”, es decir le habían colocado una sonda vesical en el área supra púbica.
Todos tranquilos, los internos en horas de la tarde haciendo su historia clínica (tosa y diga 33 le decían al auscultarlo); el personal de enfermería profesionalmente dándole la mejor atenciòn personalizada; los urólogos que mediante interconsulta cursada evaluaban la talla vesical lo hacían muy animadamente rodeados de los internos del servicio, bromeando y haciendo alarde de conocimientos; pero no fue sino días después cuando laboratorio informó que la muestra tomada al paciente había resultado “bacilífero +++” que cundió el pánico, pues nadie había utilizado los elementos de protección personal (EPP) en la atención de este paciente que disparaba bacilos tuberculosos con metralleta.
I para completar el panorama, desde el lado del absurdo, la jefa de control médico solicitaba urgente radiografía de tórax a todo el personal involucrado, asumiendo que el bacilo produce lesión pulmonar apenas horas después de una supuesta infección.

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viernes, 3 de abril de 2015

El accidente aéreo en los Alpes franceses y el modelo de Queso Suizo de seguridad

El reciente accidente del vuelo 4U9585 de Germanwings, subsidiaria de Lufthansa, que se estrelló con 150 personas a bordo, donde Andreas Lubitz quien estuvo al mando de la aeronave precipitó intencionalmente el avión sobre los Alpes franceses con la consiguiente muerte de todos los pasajeros, debe ser materia de una profunda revisión de los protocolos de seguridad, porque si éste sufría de una alteración mental severa como es una depresión que lo llevó al suicidio, estamos ante un escándalo en materia de seguridad aérea, máxime si este acto demencial significó además la muerte de todos los pasajeros.
La segunda caja negra del avión de Germanwings confirma que el copiloto estrelló la aeronave de forma voluntaria y revela que accionó varias veces los mandos para que el aparato descendiera más rápido, según ha informado la Oficina de Investigación y Análisis de Accidentes de Aviación Civil de Francia (BEA).
Sufría un cuadro depresivo
La revisión posterior de los hechos revela que el copiloto sufría de depresión severa y no estaba con alta médica, por lo que estaba invalidado para asumir la responsabilidad de pilotear una aeronave.
Se sabe que la Fiscalía de Dusseldorf que está investigando al copiloto Andreas Lubitz tras este accidente, ha afirmado que recibió atención psicoterapéutica.
Qué pasó entonces?
De acuerdo a la información existente, la aerolínea alemana Lufthansa dijo que había hallado correos electrónicos que muestran que el piloto Lubitz, le había dicho a su escuela de vuelo que había sufrido un período de depresión grave.
La revelación aumenta los interrogantes sobre la idoneidad de las pruebas psicológicas para los pilotos y sobre las estrictas leyes alemanas de confidencialidad médico-paciente que habría impedido a la compañía a buscar información sobre las condiciones médicas de sus empleados, por lo que la empresa de aviación ha dicho que Lubitz había pasado las evaluaciones de los examinadores médicos en su última revisión anual.
El tema de seguridad en medicina
En medicina nos interesa sobremanera el tema de seguridad, porque nadie en su sano juicio aceptaría que alguien al cuidado de la salud actúe intencionalmente en contra de ella.
Ya el padre Hipócrates (460 años ac) con el aforismo Primum Non Nocere, que se traduce en castellano como “lo primero es no hacer daño” nos señala que el quid de la medicina es la seguridad del paciente, por lo cual a todo estudiante se le enseña que debe considerar los posibles daños que sus acciones puedan provocar.
Por cierto que la sociedad se escandaliza –con justa razón- ante un daño provocado por impericia, imprudencia o negligencia, razón por la cual el tema es permanente tratado utilizando diversos modelos para el análisis del error en medicina, del evento adverso y otras formas de daños producidos de manera no intencional.
El modelo del queso suizo de causalidad de los accidentes
En el tema de seguridad el modelo “del queso suizo” es utilizado en el análisis de riesgos y gestión de riesgos, usado en la aviación, la ingeniería y la asistencia sanitaria. Compara los sistemas humanos a varias rebanadas de queso suizo, que se apilan. Esto fue propuesto originalmente por Dante Orlandella y James T. Reason de la Universidad de Manchester y se ha ganado ya una amplia aceptación. A veces se llama el modelo del efecto acumulativo.
queso suizo
Orlandella y Reason plantearon la hipótesis de que la mayoría de los accidentes se pueden remontar a uno o más de los cuatro dominios de fallo:
  1. Influencias de organización, que abarcan aspectos tales como la reducción de los gastos en formación de pilotos en tiempos de austeridad financiera.
  2. Supervisión, que abarca por ejemplo, el vínculo de los pilotos sin experiencia en un vuelo nocturno en tiempo adverso conocido.
  3. Condiciones previas para actos inseguros, que incluyen personal de vuelo fatigado o prácticas de comunicación inadecuados.
  4. Los actos específicos.
El modelo incluye tanto las fallas activas y latentes
  • Las fallas activas abarcan los actos inseguros que pueden estar directamente vinculadas a un accidente, como por ejemplo (en el caso de los accidentes de aviación) errores del piloto.
  • Las fallas latentes incluyen factores contributivos que pueden permanecer en estado latente durante días, semanas o meses hasta que contribuyen al accidente.
Aplicaciones en el campo de la salud
El mismo marco se aplica en la asistencia sanitaria. Por ejemplo, una falla latente podría ser el embalaje similar de dos medicamentos que a continuación se almacenan cerca uno del otro en una farmacia. Tal fracaso podría ser un factor contribuyente en la administración de la droga equivocada a un paciente. Esta investigación llevó a la conclusión de que los errores médicos puede ser el resultado de “fallas del sistema, no defectos de carácter”.
El tema de la salud mental
Si asumimos que el copiloto, quien en ese momento estuvo a cargo de la aeronave sufría un cuadro de depresión severa que no habría sido advertido en la evaluación mèdica, estamos ante una evidencia de la debilidad en el tema de la evaluación de la salud mental de quienes ejercen profesiones de gran responsabilidad, lo que obliga a disponer de procesos de selección y servicios de asistencia continua más severos en cuanto a la salud mental.

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