LA ETICA EN LA ADMINISTRACION PUBLICA
La caída de Sánchez deberá tener como efecto dominó la salida de todas las jefaturas designadas en ese período trágico para el hospital, donde en ánimo paranoide, habría querido implementar un sistema de sujeción de las jefaturas a su persona, de manera que quien no le mostrara “fidelidad” debía ser sacado del cargo.
¿Cuando se jodió el Carrión?
En su novela "Conversación en la Catedral", Vargas Llosa se pregunta por boca de uno de sus personajes, Zavalita "¿Cuándo se jodió el Perú?" Parafraseándolo nos preguntaríamos ¿Cuándo se jodió el Carrión?; y tal vez –a diferencia de Zavalita- nosotros si tengamos una respuesta, la cual podría ser: “El día que Sánchez asumió la dirección del hospital Carrión”.
Sánchez modificó la variable económica en el plus de las jefaturas, elevando hasta cerca de 800 dólares mensuales los incentivos al cargo, en la lógica que por ese monto le serían incondicionales, para lo cual en su estrategia sacó a aquellos médicos que tenían un sentido crítico a sus ambiciones y que por tanto le serían incómodos, remplazándolos por personas con una notoria menor calidad técnica para el cargo, quienes, de seguro, en un concurso interno jamás accederían a jefatura alguna.
Asumió que debía rodearse de gentes que nunca le objetarían decisión alguna, buscando una gestión basada en el “chi cheñó”. Por tanto, quienes adoptaron tal actitud no pueden pretender continuar en los cargos.
En el área administrativa debe darse término inmediato a los asesores que en número nunca antes visto, llegaron de no se sabe donde para ocupar cargos que siempre fueron desempeñados por nuestro “personal nativo”. Ajenos a nuestra cultura organizacional, ninguno de estos foráneos mostró tener algún “valor agregado”; es decir, sólo llegaron por los “plus”, por tanto deben ser devueltos a sus lugares de origen de inmediato.
¿Donde está la ética?
El conocido educador León Trahtemberg, en un artículo publicado en el diario “El Comercio” el 26 de mayo del 2007, se pregunta: “¿Cuántos peruanos tienen la extraña virtud de decir “eso me resulta éticamente inaceptable” o “renuncio por razones de principio” frente a encargos censurables o ilegales?; y señala que “… una parte de esta inmoralidad es parte de la “peruvian way of life”, la manera peruana de vivir, y que lo más grave del asunto –continúa- es que a la mayoría parecería no importarle lo suficiente como para intentar cambiarlo”.
El futuro de la actual administración dependerá de las decisiones que tome frente a esa “carga pesada”.
Resulta inadmisible que aún se mantenga a Montes como jefe de servicio de cirugía; o que la asesora legal del hospital, cuyos informes parecían ser dictados por el propio Sánchez no haya renunciado no obstante haber desempeñado la jefatura de la oficina de asesoría legal estando en condición de inhábil en el colegio de abogados de Lima, hecho que debe determinar la nulidad de todos los actos administrativos en los cuales ha participado; o que el ex-subdirector Fernandez crea que el cargo de jefe de departamento de medicina es de su propiedad sin haber concursado al mismo.
Por tanto, el Dr. Effio deberá dar muestras visibles de cambio, de lo contrario será una nueva frustración para el hospital.
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