Documento publicado por el Doctor Martín Nizama en relación a los hechos que vienen afectando a nuestra alma mater. Ha sido una irreverencia inaceptable, indignante e imperdonable. La histórica Universidad Nacional Mayor de San Marcos (fundada el 15 de mayo de 1551), fue avasallada en la nocturnidad por el Alcalde Metropolitano, Luis Castañeda Lossio, cuya actitud soberbia, pletórica de estulticia y medianía espiritual, lo ha convertido en enemigo público Nº 1 de la Universidad Decana de América. A las 3 a.m. del lunes 30 de junio, trabajadores de EMAPE (Empresa Municipal Administradora de Peaje), demolieron parcialmente el cerco perimétrico del campus universitario de la UNMSM (Av. Venezuela-Av. Universitaria), en cumplimiento del plan de obras del intercambio vial que se efectúa en esa zona contigua a la ciudad universitaria, en aplicación del irracional convenio suscrito entre la UNMSM y la comuna limeña, acerca de cuya legalidad o irregularidades, sólo compete pronunciarse al fuero judicial, sin obviar la actitud de las autoridades sanmarquinas en la comisión de este atentado de lesa cultura, que ofende a la peruanidad.
También, cabe preguntarse: ¿A qué autoridad sensata se le ocurre mutilar 28, 655.24 m2 (2.87 Has.) de terreno a una Universidad Nacional para realizar una obra pública, que acarrea contaminación ambiental, afectando gravemente la tranquilidad y el desempeño académico de miles de estudiantes de la primera Universidad del Perú?. Siendo el alcalde un político de primer nivel con aspiraciones presidenciales, ¿no es capaz de sopesar el riesgo-costo-beneficio de su tropelía? ¿Acaso, su gabinete de asesores no lo ha podido persuadir que maltratar de esa manera vil al corazón de la cultura nacional, demuestra incapacidad ética y moral para ejercer el cargo de presidente del Perú al cual aspira? En todo caso, los electores tienen derecho a conocer cual es el tipo de personalidad, la salud mental y el entorno familiar que hay detrás de la imagen de los políticos.
Bien. Si esta prepotente autoridad edil persiste en su estulticia de cercenar el campus universitario de San Marcos, está provocando deliberadamente al estamento estudiantil, que de manera legítima defiende la intangibilidad del patrimonio territorial de su alma máter, y su derecho a acceder a una educación de calidad, en paz y sin contaminación ambiental. Debido a esta agresión desembozada, se ha desencadenado una justificada protesta estudiantil, con la consecuente reacción del establishment que de inmediato se ha apresurado a demonizar a los estudiantes con las consabidas monsergas de “terroristas” e “infiltrados”, entre otras irresponsables etiquetas, con el propósito calculado de deslegitimar el movimiento estudiantil. Sin embargo, los estudiantes sanmarquinos no son los causantes de esta confrontación. Ellos, estudiaban pacíficamente hasta que estalló el conflicto, tras el asalto al campus universitario en la madrugada del 30 de junio, el mismo que ha tenido una vasta cobertura mediática.
El causante de esta confrontación es el alcalde Castañeda, quien desoyó voces sensatas como la solicitud de la Defensora del Pueblo, Beatriz Merino que lo instó a reunirse con las autoridades universitarias, para dialogar civilizadamente y llegasen a un acuerdo consensuado. Sin embargo, el burgomaestre ha continuado con su abusiva agresión a la Universidad madre del Perú. ¿Pretende marquetearse como duro, implacable e insensible?
Sin embargo, la actual confrontación UNMSM-Municipio viene siendo manejada de manera torpe e irresponsable. Se apela a la ley psicopática del todo vale, sin medir las consecuencias. En los actos de protesta violenta de los sanmarquinos el 03 de julio hubo 15 heridos como resultado de la gresca campal entre los estudiantes, por un lado y por el otro, los trabajadores de EMAPE y los ¡pandilleros! ¿Qué tienen que hacer estas bandas de disociales organizados en el campus universitario? ¿Quién tiene la capacidad económica para rentar a estos grupos lúmpen? Es más, con el membrete de “vecinos” se movilizó a personas de la tercera edad para enfrentarlos a los estudiantes. Obviamente, se pretende imponer la Ley de la selva, la del más fuerte. Felizmente, no se produjo pérdida de vidas humanas ni consecuencias graves. ¿Qué se está esperando para encontrar la solución? Estas maniobras parecen haber sido orquestadas al mejor estilo del maquiavélico Montesinos: El fin justifica los medios.
Visualizar derribado el cerco perimétrico de San Marcos, nos hizo evocar al bárbaro Atila, rey de los Hunos, denominado el azote de Dios, quien abusaba del terror y de las destrucciones sistemáticas como instrumentos políticos. También se valía de su astucia y empleaba excusas diplomáticas para justificar sus actos de barbarie, y se solazaba diciendo “donde pisa mi caballo no vuelve a nacer la hierba”.
La comunidad sanmarquina ha sido agredida de manera artera y vil. Es hora de hacer fuerza por el alma máter.
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