Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo: Los minutos finales de Alan García.
Para el análisis del acto médico se
requiere tomar información de la historia clínica. Sin embargo, entendiendo la
imposibilidad de contar con este documento de auditoría médica, vamos a
remitirnos para efectos de este artículo de la información que ha ido
apareciendo.
Se trata de las últimas horas del
expresidente Alan García, hecho que ha tenido lógicamente un gran impacto político.
Una muerte inexorable
(sin posibilidad de retorno)
El disparo fue a la altura de la sien, con
orificio de entrada y salida. Era una muerte inexorable.
Lógicamente el asustado
fiscal y la policía presente en esos fatídicos momentos en el domicilio debían
llevarlo a un establecimiento de salud, que para suerte de ellos estaba
bastante cerca y se trataba nada menos que el Hospital de Emergencias “José
Casimiro Ulloa” del Ministerio de Salud. Era el lugar preciso para este caso,
pues allí se atiende a diario todo tipo de emergencia, muchas como este que llegaba
en esos momentos.
En una atención protocolizada está perfectamente señalada la secuencia de pasos o procedimientos
para la atención y en consecuencia el personal sabe cómo actuar. Recordemos que
las atenciones pautadas minimizan la probabilidad de error.
Es así que el paciente
pasó a la unidad de trauma shock, donde se actuó de manera racional.
Había que decidir que más hacer de acuerdo al
diagnóstico y a su prognosis.
Pero no era cualquier
paciente
Se trataba de un ex - presidente de la república que se había
suicidado en las circunstancias que se conocen (y que pueden ser materia de
otro artículo). Ello determinó que se comunicaran con el director del hospital
y éste con la ministra de salud que se encontraba en esos momentos –según confesión-
en Consejo de Ministros.
Lógicamente el Presidente de la República y sus
pares le habrían dicho; “anda y ve”
Una ministra en el
quirófano
Que hace la ministra de salud en una actitud desesperada
llenando la sala de operaciones de tantos profesionales traídos de otras
instituciones del sector, porque en conferencia de prensa señaló que había
ordenado en esos momentos la presencia desde otros hospitales de profesionales de las especialidades
involucradas en emergencia de tipo para que brinden su apoyo, y que ella
permanecería en sala de operaciones.
¿Para qué? ¿Cuál podía ser su aporte, sino
atentar contra un manejo racional, porque en medicina sabemos que estas
interferencias afectan no sólo la concentración de los profesionales que están
atendiendo el paciente, sino que generan un estado de stress colectivo?
Nada de ello tenía sentido.
Ni siquiera se necesitaba ser médico residente
de primer año en la especialidad de neurocirugía para darse cuenta que
lamentablemente ya no había nada que hacer. El cadáver ¡ay! seguía muriendo.
La presión mediática
Se imaginan el impacto que hubiera tenido en un
acto de racionalidad médica decir: YA NO HAY NADA QUE HACER, sino esperar el momento
del exitus letalis (momento de la muerte que era cuestión de minutos más,
minutos menos)
La prensa presente en este Hospital de Emergencias,
tal vez en el suceso más impactante de los últimos años hubiera generado un escándalo
señalando (para variar) ¡¡¡cómo es posible que los médicos no hacen nada!!!, ¡¡¡murió
por negligencia médica!!!, más aún con una ministra de salud en medio de ese caos
mediático.
Veíamos a través de la televisión como esa
prensa escandalosa y amarillista decía desde el lugar de los hechos frases para
la historia que revelan la precariedad formativa de estos periodistas:
- “Se autoimpuso una herida de bala” (canal 10 en vivo y en directo)
- “La bala ingresó y salió de la sien” (canal 4 en vivo y en directo)
Alan García. Descansa
en paz. RIP
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