jueves, 18 de abril de 2019

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo: Los minutos finales de Alan García.

Para el análisis del acto médico se requiere tomar información de la historia clínica. Sin embargo, entendiendo la imposibilidad de contar con este documento de auditoría médica, vamos a remitirnos para efectos de este artículo de la información que ha ido apareciendo.

Se trata de las últimas horas del expresidente Alan García, hecho que ha tenido lógicamente un gran impacto político.

Una muerte inexorable (sin posibilidad de retorno)

El disparo fue a la altura de la sien, con orificio de entrada y salida. Era una muerte inexorable. 

Lógicamente el asustado fiscal y la policía presente en esos fatídicos momentos en el domicilio debían llevarlo a un establecimiento de salud, que para suerte de ellos estaba bastante cerca y se trataba nada menos que el Hospital de Emergencias “José Casimiro Ulloa” del Ministerio de Salud. Era el lugar preciso para este caso, pues allí se atiende a diario todo tipo de emergencia, muchas como este que llegaba en esos momentos.

En una atención protocolizada está perfectamente señalada la secuencia de pasos o procedimientos para la atención y en consecuencia el personal sabe cómo actuar. Recordemos que las atenciones pautadas minimizan la probabilidad de error. 

Es así que el paciente pasó a la unidad de trauma shock, donde se actuó de manera racional.

Había que decidir que más hacer de acuerdo al diagnóstico y a su prognosis.

Pero no era cualquier paciente

Se trataba de un ex - presidente de la república que se había suicidado en las circunstancias que se conocen (y que pueden ser materia de otro artículo). Ello determinó que se comunicaran con el director del hospital y éste con la ministra de salud que se encontraba en esos momentos –según confesión- en Consejo de Ministros.

Lógicamente el Presidente de la República y sus pares le habrían dicho; “anda y ve

Una ministra en el quirófano

Que hace la ministra de salud en una actitud desesperada llenando la sala de operaciones de tantos profesionales traídos de otras instituciones del sector, porque en conferencia de prensa señaló que había ordenado en esos momentos la presencia desde otros hospitales de profesionales de las especialidades involucradas en emergencia de tipo para que brinden su apoyo, y que ella permanecería en sala de operaciones.

¿Para qué? ¿Cuál podía ser su aporte, sino atentar contra un manejo racional, porque en medicina sabemos que estas interferencias afectan no sólo la concentración de los profesionales que están atendiendo el paciente, sino que generan un estado de stress colectivo?

Nada de ello tenía sentido.

Ni siquiera se necesitaba ser médico residente de primer año en la especialidad de neurocirugía para darse cuenta que lamentablemente ya no había nada que hacer. El cadáver ¡ay! seguía muriendo.

La presión mediática

Se imaginan el impacto que hubiera tenido en un acto de racionalidad médica decir: YA NO HAY NADA QUE HACER, sino esperar el momento del exitus letalis (momento de la muerte que era cuestión de minutos más, minutos menos)

La prensa presente en este Hospital de Emergencias, tal vez en el suceso más impactante de los últimos años hubiera generado un escándalo señalando (para variar) ¡¡¡cómo es posible que los médicos no hacen nada!!!, ¡¡¡murió por negligencia médica!!!, más aún con una ministra de salud en medio de ese caos mediático.

Veíamos a través de la televisión como esa prensa escandalosa y amarillista decía desde el lugar de los hechos frases para la historia que revelan la precariedad formativa de estos periodistas:
  • Se autoimpuso una herida de bala” (canal 10 en vivo y en directo)
  • La bala ingresó y salió de la sien” (canal 4 en vivo y en directo)

Alan García. Descansa en paz. RIP

Callao, 18.04.19 


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