La tuberculosis sigue siendo una enfermedad
estigmatizante, por lo que la aparición de un caso en un trabajador de salud
siempre ha generado reacciones que muchas veces toman ribetes de escándalo,
como lo demuestran los casos aparecidos en un hospital de la seguridad social o
algunos otros del ministerio de salud, que merecieron fuertes críticas al
sistema sanitario, dado que corresponde a la organización sanitaria tener un “rol tuitivo” sobre sus trabajadores,
como lo establece la Ley Nº 29783, Ley de Salud y Seguridad en el Trabajo.
La exposición del personal de salud a pacientes con TB
es un riesgo que se ha ampliado si consideramos una mayor incidencia de casos y
la exposición a pacientes con TB MDR y XDR, incrementado por las malas
condiciones de bioseguridad y limitadas medidas de prevención y control en
todos los niveles de los servicios de atención; sumándose a ello el
hacinamiento en áreas críticas de algunos servicios de salud, que predisponen a
infecciones que se transmiten por vía aérea (1).
Tuberculosis
como Enfermedad Ocupacional
Existe evidencia suficiente para declarar a la
tuberculosis como enfermedad ocupacional en diversos profesionales (2).
La TBC debe ser considerada una enfermedad ocupacional
o profesional en aquellas personas que la contraen a causa de su trabajo
(efecto de causalidad); es decir, que si no desempeñasen tal oficio o
profesión, esta enfermedad no se hubiese producido o hubiese sido igual de
frecuente que en la población general. En otras palabras, cuando la TBC afecta
al trabajador que está en contacto directo y frecuente con enfermos con TBC,
animales enfermos o materiales infectados con el bacilo tuberculoso, si no se demuestra
otra forma de contagio no laboral, se la debe considerar una enfermedad profesional
especialmente entre los trabajadores de salud. En el Perú están normados y
reglamentados los derechos laborales inherentes a la tuberculosis como
enfermedad ocupacional (2).
El
Caso del Interno Juan y las reacciones del empleador
Para efectos de este post llamaremos “Juan” al joven Interno
de Medicina que acaba de ser diagnosticado con tuberculosis BK positivo, quien
ha presentado –además- en su 2 episodios de hemoptisis que ha llevado a que sea
internado.
Tomado conocimiento del hecho, la dirección trató de
negar la responsabilidad institucional en el contagio de Juan, bajo argumentos
desesperados en una lectura errónea de la placa radiográfica de Juan,
pretendiendo a afirmar que Juan tenía una imágenes de bronquiectasias previas a
su enfermedad actual.
Sin embargo, debemos señalar que ante un caso como
este, se generan 2 hipótesis:
Que el contagio no haya sido institucional
Que el contagio si haya sido institucional
Cómo definir
cuál de las 2 hipótesis es la válida en este caso?
Para ello tenemos el examen pre ocupacional, que se realiza cuando el interno ingresa a
laborar como tal en el hospital. En el caso de Juan, la radiografía de pulmones
tomada en esa oportunidad es negativa y 8 meses después la nueva radiografía revela
signos radiológicos de tuberculosis pulmonar, además de un esputo BK positivo.
Significa, sin ninguna duda que estamos ante un caso
de infección intrahospitalaria de la TBC.
Por supuesto que no nos alegra esta situación, pues hemos
tenido a Juan en el Servicio como un hermano menor, bastante próximo a ser
colega; siempre diligente y cumplidor con su trabajo, comprometido con el
paciente y solidario con ellos; entonces todos nos sentimos afectados por esta ocurrencia,
obligándonos a analizar las condiciones de trabajo y los riesgos inherentes en los
internos de medicina.
El
Interno de Medicina en la organización sanitaria
El Interno siendo aún un estudiante de medicina se
convierte en la práctica en un “cuasi médico”.
En tales circunstancias siendo éste periodo su último año para terminar la
carrera y recibir el título profesional de Médico Cirujano cumple muchas
funciones delegadas por los Asistentes del Servicio, entrando en un contacto de
mucho riesgo para contraer enfermedades de trasmisión aérea como es la tuberculosis,
por el mayor tiempo de contacto con los pacientes en sus largas horas de permanencia
en el Servicio.
Tiene o no medidas
de barrera? (mascarillas). Una rápida
visita a los Servicios nos dará la respuesta, que no es otra que pasan horas y
horas en el servicio sin este elemental medio de bioseguridad. Ha llamado la
atención que ahora “que reventó el chupo”,
autoridades y sus acólitos digan sin capacidad autocrítica, que lo que sucede
es no recogen las mascarillas.
Cómo es la alimentación
de los internos? Aquí encontramos que
lamentablemente muchas veces no llegan a ingerir sus alimentos porque asistentes
o residentes los retienen en los servicios en horas establecidas para la
ingesta de alimentos.
En el caso del Servicio de Emergencia se les obliga a
estar hasta horas después de terminar su turno bajo el supuesto que deben “entregar
la guardia”, sin tomar en cuenta que con ello pierden la oportunidad del
desayuno; y así sin desayuno y sin haber dormido deben continuar en los
servicios, contraviniendo los principios elementales de la medicina del trabajo
para la recuperación del ritmo circadiano después de una jornada de trabajo de
guardia, donde todos los otros estamentos descansan al día siguiente, menos el
interno porque en opinión de muchos asistentes y residentes, los internos no
deben descansar.
Esta situación que mina las defensas de los jóvenes internos,
no debe continuar, pues afecta también los derechos humanos, convirtiendo al
internado en una suerte de neoesclavismo en el área de la medicina.
Cuánto es la
paga que reciben los internos? Es verdaderamente
un insulto que un joven que se halla casi en la cúspide de su formación y que
se incorpora a la organización sanitaria a cumplir funciones “cuasi médicas”, cualitativamente
superior a las de los técnicos sanitarios, reciba como pago la suma de
CUATROCIENTOS NUEVOS SOLES.
Cuando se determinó el monto que debía recibir el interno
de medicina, se consideraba que debía ser un porcentaje de lo que recibe el médico
del Nivel I que se incorpora a la carrera asistencial, monto que ha ido
aumentando progresivamente en contraposición a lo que reciben los internos, que
ha quedado congelado en la suma señalada.
Los gremios invitan a los estudiantes y a los internos
a que se sumen a las luchas reivindicativas de los médicos asistentes, pero no
incorporan en los pliegos de reclamos la actualización automática del porcentaje
que debe recibir el interno de medicina.
No
se aprende más trabajando post-guardia
El mito académico de muchos asistentes inspirados en
el conocimiento vertical ya pasó de moda, de manera que convertirse en
escribiente de las órdenes que Asistentes o Residentes les dictan durante la
visita médica es anacrónico a la luz de las nuevas corrientes pedagógicas.
El interno de medicina no dirige la visita, sino que
por el contrario va a la zaga de esta y se convierte en un dependiente del
conocimiento; no en el actor principal sino en el espectador de quienes asumen
que el conocimiento está dado por la cantidad de pelo cano que se posea.
En consecuencia el internado debe variarse hacia
formas más modernas y democráticas de la adquisición del conocimiento,
incorporando un uso más intensivo de la tecnología y la información.
(1)
César Cabezas. Tuberculosis
en personal y estudiantes de salud: un tema pendiente para los servicios de
salud y la universidad. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud
Publica. 2012.
(2)
Alberto
Mendoza-Ticona. TUBERCULOSIS COMO ENFERMEDAD OCUPACIONAL. Rev. Peru Med Exp
Salud Pública. 2012; 29(2):232-36.
Etiquetas: Hospital, Salud Pública, Universidad