viernes, 29 de octubre de 2010

Error Médico

Este miércoles he tenido la oportunidad de exponer en el Hospital “Daniel Alcides Carrión” del Callao, el tema “Error Médico”. Un auditorio completamente lleno con presencia de profesionales de diversas especialidades revelaba el interés que ya se notaba desde los días previos.

Según la opinión de expertos encontrada en la revisión bibliográfica, resulta un lugar común señalar que “El error médico no se puede erradicar, pero es posible aspirar a reducirlo considerablemente.

En esa lógica, uno de los objetivos de la exposición era sensibilizar a la población médica sobre este problema que resulta sumamente álgido para la sociedad.

Magnitud del problema

De hecho, ningún médico jamás tendría la intención de cometer un error en el ejercicio profesional, por tanto, él mismo acaba convertido en la “segunda víctima” del error. Sin embargo, son muchas las razones por las cuales es difícil tener información estadística sobre la real magnitud de este problema. No obstante ello, se obtiene información a partir de encuestas realizadas entre médicos de distintos países. Por ejemplo, sólo en EEUU se calcula que se producen entre 44.000 y 98.000 muertes a causa de errores médicos.

En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado el Error Médico como un Problema de Salud Pública, instando a los países miembros a incorporarse a la gran tarea de disminuir la incidencia del error.

Cómo hacer el abordar del problema

Los errores son variaciones en los procesos y una gestión de calidad necesita una cultura en la que los errores no se estimen como fallos humanos, sino como oportunidades para mejorar los sistemas.

El Informe “To Err is Human” señala que la inmensa mayoría de los errores no son producto de la imprudencia o de la temeridad, sino de carencias del sistema, de manera que “personalizar” la culpa es camino equivocado a la hora de enmendar el error.

Consecuencias del error

Las consecuencias del error alcanzan no sólo al paciente y su entorno, sino para el prestigio profesional y la misma institución donde se produce este evento involuntario.

Pero lo trágico se convierte también en una oportunidad para el sensacionalismo mediático, para quienes días después la noticia quedará “en el periódico de ayer”.

Qué hacer para minimizar el riesgo

Considerado un problema de salud pública, las iniciativas para intervenir en este problema, se han tratado de clarificar los factores de riesgo, tanto a nivel del profesional como de la propia institución donde se produce el error médico.

Vista la alarmante proliferación de escuelas de medicina, con un producto final no homogéneo, es necesario plantear políticas de acreditación de las facultades de medicina para “lanzar al mercado” profesionales altamente capacitados.

Igualmente en el ejercicio profesional es posible reducir la variabilidad del acto médico implementando las Guías de Práctica Clínica.

Otro actividad a realizarse en los servicios asistenciales es analizando la calidad de las atenciones implementando la cultura de las auditorías rutinarias.

Responsabilidad de los establecimientos de salud

En las intervenciones del auditorio, se señaló la importancia de abordar los indicadores de estructura, que incluye la provisión de insumos necesarios para una atención acorde con los estándares, lo cual es responsabilidad de quienes dirigen los establecimientos de salud.

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lunes, 4 de octubre de 2010

Crímenes de lesa humanidad constituye la infección intencional con sífilis y gonorrea

Crímenes de lesa humanidad

Esa fue la calificación que hizo el presidente de Guatemala, Álvaro Colom, en relación a los experimentos hechos por Estados Unidos entre 1946 y 1948, que infectaron intencionalmente a guatemaltecos con sífilis y gonorrea; siendo su mayoría las víctimas de esas "prácticas antiéticas" y "deleznables" soldados, presos, prostitutas y enfermos mentales.

Estos experimentos han salido a la luz pública mundial hace unos días.

Médicos de EE UU inocularon sífilis y gonorrea a prisioneros y enfermos mentales de Guatemala

Médicos del servicio de salud pública estadounidense infectaron con sífilis y gonorrea -sin su conocimiento o consentimiento- a 696 guatemaltecos para estudiar los efectos de esas enfermedades venéreas y cómo la penicilina podía combatirlas, según el estudio de Susan Reverby, profesora de la Universidad de Wellesley.

Los “sujetos de investigación” fueron presos, soldados y pacientes de hospitales psiquiátricos, quienes fueron utilizados como cobayas humanas en un experimento realizado entre 1946 y 1948

El experimento se llevó a cabo en los cuarenta para probar la eficacia de la penicilina

El objetivo del estudio de los años cuarenta en Guatemala -que nunca llegó a publicarse- era buscar nuevas fórmulas para prevenir las enfermedades de transmisión sexual -gonorrea, sífilis, cancroide o chancro blanco- y se produjo en los albores del uso de la penicilina y la necesidad del Gobierno de EEUU de saber si éste antibiótico era efectivo y además de curar podía prevenir la sífilis.

En los experimentos de Guatemala, se utilizó a prostitutas con gonorrea o sífilis para contagiar a presos de cárceles o pacientes de manicomios. Pero cuando se comprobó que eran muy pocos los hombres que se habían contagiado, se pasó a la inoculación directa, inyectando la bacteria de la sífilis en el pene, el brazo o la cara de los 'conejillos de Indias'.

Uno de los médicos de EEUU que formó parte del experimento humano en Guatemala fue el doctor John Cutler, funcionario del Servicio de Salud Pública de EEUU e investigador clínico en el proyecto de triste fama conocido como 'Tuskegee', en el cual a cientos de ciudadanos negros de Alabama que ya estaban contagiados de sífilis se les negó intencionadamente tratamiento para que los médicos pudieran ver el desarrollo de la enfermedad y sacar conclusiones.

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