domingo, 6 de mayo de 2007

Quemarse a lo bonzo

Esta tarde, con los alumnos del curso de “Gerencia en Salud”, tratábamos el tema “Manejo de conflictos”. En esta clase dialogada, utilicé algunos ejemplos en los cuales ellos habían sido protagonistas, y es así como tocamos el asunto de la huelga que hicieron los estudiantes de medicina hace ya 2 años en San Fernando.

Les propuse que –ahora, ya en una visión retrospectiva- analizaran cuál había sido el leiv motiv o la razón de fondo de ese movimiento estudiantil que tuvo una duración bastante prolongada, y que supuso un conflicto que se inició con el asunto de la sede del Loayza, y luego fue ampliándose a la defensa de las sedes docentes para San Fernando.
Veíamos la relación entre causa y pretexto, la evolución de los conflictos, la correlación de fuerzas, la dinámica de los acontecimientos, el problema del poder de cada actor social, y otras cuestiones más.

Luego de ello, les comentaba –anecdóticamente- que en la década del 60, hubo una forma bastante insólita de protesta, utilizada por los monjes budistas. Me llamó la atención que ninguno de ellos conociera esta parte de la historia no obstante su trascendencia mundial, tal vez porque aún no habían nacido; sin embargo es un término muy usado en el argot político.

Quemarse a lo bonzo es una forma de suicidio mediante la cual el individuo acaba con su vida rociándose de algún tipo de líquido inflamable y prendiéndose fuego en público como forma de protesta o acción solidaria por algún motivo. El nombre proviene de los bonzos, monjes budistas. Concretamente de Thich Quang Duc, monje budista vietnamita que se suicidó quemándose vivo en una zona muy concurrida de Saigón el 11 de junio de 1963, protestando contra la opresión budista sufrida a manos del Primer Ministro Ngo Dinh Diem. El monje se mantuvo completamente inmóvil mientras era consumido por las llamas, sin emitir ningún tipo de señal que advirtiera de su dolor. Su forma de autoinmolación sería posteriormente repetida por otros.

La cuestión fundamental de este acto no se refiere a la forma de quitarse la vida, sino al hecho de matarse como forma de protesta política.

Casualmente, el periodista del New York Times David Halberstam y un estudiante de fotografía se encontraban en el lugar de la inmolación y tomaron una fotografía del monje. Esa fotografía daría la vuelta al mundo y ayudaría a que David Halberstam ganara el premio Pulitzer de 1964 por su cobertura de la Guerra de Vietnam.

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