viernes, 4 de noviembre de 2016

... Gritando ¡libertad! sobre la tierra, ha de volver. Y no podrán matarlo.

“…Al tercer día de los sufrimientos, cuando se crea todo consumado, 
gritando ¡libertad! sobre la tierra, ha de volver. 
Y no podrán matarlo.”

Hoy, 04 de Noviembre se recuerda el inicio de la Rebelión de Túpac Amaru II, hecho ocurrido en 1780. Que mejor que el “Canto Coral de Tupac Amaru” escrito en 1950 por Alejandro Romualdo para rendir homenaje en este dìa a José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru II.

Releerlo hoy, en este día, ha traído a mi memoria las veces que lo he declamado en Colegio 563 de mi natal Chincha en las actividades cívicas que se realizaba en el Colegio donde hice mis estudios de Educación Primaria.

Alejandro Romualdo, entonces estudiante de la Universidad Mayor de San Marcos empezaba a dar a conocer sus primeros poemas, circunscritos todavía en el postvanguardismo. Luego de un viaje a Europa, regresó a Lima, convertido al compromiso político, al marxismo y a la revolución. Se orientó entonces a la poesía social, caracterizada por el uso de la palabra fuerte, de la temática social y revolucionaria y de la lucha existencial del hombre. Mario Vargas Llosa, que por esos años era también alumno en San Marcos, lo recuerda así:

«…en un recital que hubo en San Marcos, en el que participaron varios poetas, Romualdo fue la estrella, arrancando —sobre todo con su efectista Canto coral a Túpac Amaru, que es libertad— ovaciones que convirtieron al salón de San Marcos poco menos que en un mitin político».

Eran los días del gobierno dictatorial del general Manuel A. Odría.

El "Canto coral a Túpac Amaru", proclama que la actitud del hombre en busca de la libertad y la justicia social es la suprema razón y que nunca podrán someterla.


CANTO CORAL A TÚPAC AMARU, QUE ES LA LIBERTAD

Lo harán volar
con dinamita. En masa,
lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes
le llenarán de pólvora la boca
Lo volarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán
sus deseos, sus dientes y sus gritos,
Lo patearán a toda furia. Luego
lo sangrarán
¡y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza;
sus pómulos, con golpes. Y con clavos
sus costillas. Le harán morder el polvo
Lo golpearán:
¡y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpes de matanza
lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!

Lo podrán en el centro de la plaza,
boca arriba, mirando al infinito.
Le amarrarán los miembros. A la mala
tirarán:
¡y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Querrán descuartizarlo, triturarlo,
mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.

Al tercer día de los sufrimientos,
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡libertad! sobre la tierra,
ha de volver.
Y no podrán matarlo.



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